Señales de Alarma en un Trastorno de la Conducta Alimentaria

Rúdiger Muñoz Rodríguez

Rúdiger Muñoz Rodríguez

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
Infancia y Adolescencia

“Sabemos que a nuestra hija le pasa algo. Está triste y cada vez come menos. Se encierra en su cuarto y cuesta comunicarse con ella. ¿Qué podemos hacer?”, me preguntan los padres de Sofía que acaban de entrar en la consulta. Les respondo que el primer paso ya lo han dado, venir a hablar con un psicólogo especialista. Se les nota muy preocupados porque empiezan a creer que le está afectando física y psicológicamente.

Se interesan por los indicios de un posible trastorno alimenticio y les empiezo a detallar las señales más importantes.

  1. La creciente negativa a ingerir algunos alimentos. Evitar sentarse a la mesa. Excusas para saltarse comidas. Comer a escondidas, tirar comida disimuladamente. Encontrar restos de comida en su habitación.
  2. El estancamiento del crecimiento y la pérdida de peso rápida.
  3. Los vómitos con cierta frecuencia.
  4. Un repentino interés por el ejercicio físico o más dedicación al mismo.
  5. Cambios en el estado de ánimo (irritabilidad, tristeza, apatía, etc…).
  6. El cambio en el rendimiento escolar. Un mayor interés por las redes sociales o webs sobre dietas, imagen corporal, e incluso, autolesiones.
  7. El aislamiento social (sentirse diferente, no querer ver a gente, competitividad o comparación).
  8. La preocupación por el peso y la figura. Estar muy pendiente de lo que come y de las calorías que tienen los alimentos.
  9. La ausencia de periodos menstruales.
  10. La negación de su conducta alimentaria observada por padres, profesores, amigos o compañeros.

 

Los padres de Sofía han ido asintiendo mientras enumeraba las señales de alarma y se miraban entre ellos. Me dicen que reconocen algunos de los síntomas y que ¿cuál es el siguiente paso a dar? Les digo que es absolutamente necesario que Sofía empiece un tratamiento especializado con un equipo multidisciplinar. Y les hablo de la vital importancia de su actitud, la de toda la familia, ante el trastorno. Es crucial que todos se involucren, que la protejan, que la vigilen y que sean muy comprensibles. Es el camino para que la evolución sea favorable y la ayuden a salir de ese estado tan poco deseable.

Una vez realizado el diagnóstico, con la evidencia de que hay un trastorno alimentario, hay que realizar un plan de reconducción de las rutinas y de la vida de los afectados. La aparición de este trastorno conlleva además la alerta y la colaboración de toda la familia, amigos y el ámbito escolar. Son parte activa en la lucha contra esta enfermedad.

Haciendo de todos estos factores una armonía, junto a la esencial psicoterapia, el camino del trastorno se va liberando de piedras en el camino. Y se acerca al objetivo: una pronta recuperación.

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