La salud mental infantojuvenil no pasa por su mejor momento

Rúdiger Muñoz Rodríguez

Rúdiger Muñoz Rodríguez

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
Infancia y Adolescencia

Hay un antes y después de la pandemia que ha causado el Covid 19. Sobre todo, en lo referente a la salud. Nos centramos en esta ocasión en la salud mental infanto-juvenil. La pandemia ha triplicado el número de trastornos mentales en niños y adolescentes, según el informe Crecer Saludable(mente) de Save the Children. Además, subraya que un 3% de los menores en estos grupos de edad ha tenido pensamientos suicidas en 2021, periodo en el que se redujeron los diagnósticos y los servicios de salud mental estaban saturados.

En los más de dos años que hace desde que comenzó la pandemia hemos visto como nos ha afectado y mucho con nuevas preocupaciones, miedos, infelicidad y ha puesto de manifiesto la magnitud de los problemas de salud mental que sufren los niños. Los trastornos mentales han aumentado del 1% al 4% en menores de entre 4 y 14 años y del 2,5% al 7% en el caso de los trastornos de conducta, de acuerdo con la encuesta realizada por la ONG a 2.000 padres y madres, que compara con los últimos datos oficiales disponibles de la Encuesta Nacional de Salud (ENS) de 2017.

Aunque las alarmas a causa de la pandemia se han disparado, los problemas de salud mental no son nuevos. Sigue habiendo mucho desconocimiento y un gran estigma a su alrededor. Un 3% de niños, niñas y adolescentes han tenido pensamientos suicidas en el último año según la ONG. En 2020 murieron por suicidio 61 menores.

Por su parte el Hospital Gregorio Marañón en Madrid advierte a los padres ante un aumento de los trastornos de salud mental en niños y adolescentes derivados de la pandemia, lo que ha incrementado los ingresos de menores por ideación y tentativas autolesivas y trastornos alimentarios.

La detección temprana, esencialmente por parte de los familiares, es vital y evita que estas patologías se cronifiquen en el tiempo, según el Marañón que ha incorporado, de forma pionera en España, la figura de una enfermera especialista en salud mental en su servicio de Urgencias pediátricas. Además, una buena comunicación y convivencia familiar, hábitos de sueño y alimentación saludables, practicar algún deporte, evitar el aislamiento y el uso responsable de las nuevas tecnologías son buenos consejos que todos los profesionales del sector damos.

En los últimos meses se han incrementado los trastornos graves en menores de 10 a 18 años, sobre todo los ingresos por ideación suicida, jóvenes que han intentado quitarse la vida o piensan en ello, y también, por trastornos de la alimentación, fundamentalmente anorexia nerviosa indica el hospital.

El doctor Celso Arango, director del Instituto de  Psiquiatría y Salud Mental del hospital expone que el confinamiento y las restricciones de la pandemia han coincidido con «un momento evolutivo especialmente sensible», ya que es en la adolescencia cuando «comienzan a tomar decisiones, sentirse autónomos, proyectarse en el futuro y depender de las relaciones sociales para su desarrollo».

“Dado que estas edades tienden a pensar que mucho de lo que sucede es irreversible en el tiempo, la pandemia ha supuesto una enorme cicatriz en esta población que ha visto restringida su capacidad de decidir sobre su futuro, con un número creciente de menores con desesperanza y dificultad para encontrar sentido a su vida», añade. Algunos pacientes verbalizan ideas de muerte, se vuelven más inseguros, tristes, ansiosos, impulsivos, se autolesionan o dejan de comer porque es la única forma en la que sienten que tienen control sobre su cuerpo.

Recomendamos a los padres pedir ayuda profesional cuando perciban cambios de comportamiento, mayor irritabilidad, tristeza, susceptibilidad, aislamiento, alteraciones del sueño y alimentarias, preocupación excesiva por la imagen física, desesperanza, o cuando los hijos hablen excesivamente o con preocupación sobre aspectos relacionados sobre la muerte.

Todo esfuerzo es muy valioso y cuenta para prevenir cada día más los efectos devastadores de una salud mental deteriorada.

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