
Después de varias tormentas….que venga ya la calma!
Vamos a empezar el 2023 con los deseos de que este sea el año de la calma, de la reflexión, de luchar por aquello que
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
Infancia y Adolescencia
Lo que hoy es bello mañana puede no serlo. Hay que aprender a vivir con los distintos cánones de belleza y no dejarnos llevar solo por el que la sociedad marca en cada momento. Nadie es perfecto. Y quien quiera luchar para alcanzar una perfección idealizada que responda a unos parámetros marcados por la sociedad del momento se arriesga a defraudarse y a perder algo tan vital y esencial como nuestra propia personalidad.
En la adolescencia el cuerpo se desborda, mental y físicamente. Los horizontes se abren a marchas forzadas y el desarrollo físico es imparable. En esa metamorfosis, estar a gusto con el propio cuerpo es esencial para el bienestar emocional. Sin embardo, hay algo que no encajamos bien y que no vemos venir. Hay un 60% de los adolescentes que no se sienten a gusto con su imagen corporal. ¿Por qué? Creo que porque la sociedad a menudo es implacable con la supuesta perfección. Que por otra parte no deja de ser de lo más subjetiva.
El dato procede de la encuesta que cada cinco años realiza la Agencia de Salud Pública de Barcelona para identificar los factores de riesgo en la adolescencia y uno de sus datos más relevantes es que el malestar con el cuerpo no para de crecer. En 2021, el 55% de los chicos y el 63% de las chicas se muestran insatisfechos con su imagen corporal, cuando en 2016 eran el 36% y el 52% respectivamente. El problema afecta más a las chicas, pero también crece entre los chicos. Y lo que es peor, la percepción está arraigada en la realidad: el 53% de las chicas y el 39% de los chicos se han sentido discriminados por su aspecto físico.
Más de la mitad de los adolescentes cargan con un cuerpo que no se corresponde con su ideal deseado. No se gustan en una edad en que gustarse es esencial para construir la autoestima. Unos lo llevan mejor que otros, pero las encuestas reflejan que el malestar emocional aumenta.
Aunque la intención de verse bien radica en el interior de cada ser humano, si se convierte en una obsesión desmedida puede volverse peligrosa. La preocupación por el aspecto físico es una tendencia en crecimiento constante. Cada vez nos preocupamos más por cómo nos vemos y esto se acentúa particularmente en los jóvenes. Los cánones de belleza en los adolescentes pueden condicionar en gran modo sus hábitos, comportamientos y relaciones con los demás.
No hay nada de malo en cuidar nuestra apariencia y en tratar de vernos bien, especialmente si eso nos hace sentirnos felices, plenos y conformes con nosotros mismos. Sin embargo, el esforzarnos en exceso por cumplir con las exigencias de la moda o de la sociedad no aporta ningún beneficio emocional. De ningún modo la forma de vestirse, la estatura o el peso pueden convertirse en motivo de discriminación negativa ni positiva. Una cualidad de los cánones de belleza es que dependen fuertemente del espacio y el tiempo en el que se construyen. Para ejemplificar, podemos señalar que lo que se considera “bello” hoy no es lo mismo que hace cuatrocientos años. Del mismo modo, la cultura asiática contemporánea no tiene los mismos parámetros que la norteamericana, a pesar de que conviven temporalmente.
Hay riesgos muy importantes relacionados a los cánones de belleza en los adolescentes. Muchas veces, la intención de encajar y de ser aceptado y reconocido en determinado grupo social se convierten en una presión muy fuerte.
Además, lo preocupante es que es una tendencia que crece. En la sociedad de consumo actual, las empresas de cosméticos, ropa y otros productos contribuyen a la formación de esta “necesidad” de ajustarse a un estereotipo, incluso desde una edad muy temprana. Las redes sociales también influyen negativamente en este camino de espinas.
¿A qué puede conducir esta preocupación desmedida? Trastornos alimentarios, pérdida de autoestima: el no sentirse conforme con el propio cuerpo genera desconfianza y rechazo. Fingir ser alguien que no se es: es común ver en adolescentes la adopción de comportamientos, gustos y formas de vestir o hablar para impresionar o caerle bien a un determinado grupo de personas. Es un gran error. Una de las bases de la felicidad es aprender a quererse tal y como uno es. Para ello, hay que evitar las comparaciones y los estereotipos.
Abrumados por la obligación de tomar decisiones constantemente, muchos jóvenes perciben que la apariencia y la imagen son fundamentales y que el éxito en las relaciones personales y sociales dependerá de que se sepa hacer una buena venta de sí mismo. La idea de que nunca tendrás una segunda oportunidad de dar una primera impresión favorable puede resultar insoportable. Y esto es absolutamente mentira.
Vamos a empezar el 2023 con los deseos de que este sea el año de la calma, de la reflexión, de luchar por aquello que
Los datos ponen los pelos de punta. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 1.000 millones de personas en el mundo viven