El suicidio acaba con casi el triple de vidas que en accidentes de tráfico

Rúdiger Muñoz Rodríguez

Rúdiger Muñoz Rodríguez

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
Infancia y Adolescencia

¡Ni Se te ocurra!¡No merece la pena! ¡Ni lo intentes! Reflexiona otra vez más y piensa en todo lo que has vivido y aún estás por vivir. En todas esas personas que te quieren y que tú quieres. No encajes esa palabra tan áspera y ensombrecida que lo único que trae es desgracia. Aunque puedas confundirla con paz. Nacimos luchadores y, cada uno en nuestra medida, es lo que hacemos día a día, por nosotros y por los que amamos. Rendirse no es la solución. Habla, pide ayuda, y no dejes que te atrape. Rebélate, aunque sea con un hilo de fuerza. Plántale cara y no dejes que tu vida se desvanezca y arranque el dolor, la pena y tristeza de todos los que te rodean.

En 2020 en España se suicidaron 3.941 personas. Es el máximo histórico, según el Observatorio del Suicidio. Son casi 11 de media al día, uno cada poco más de dos horas. El suicidio es la primera causa de muerte no natural. Causa casi el triple de víctimas que los accidentes de tráfico, 13,6 veces más que los homicidios y casi 90 veces más que los asesinatos por violencia machista. Entre los jóvenes de 15 a 29 años es la segunda causa de fallecimiento (unos 300) por detrás de los tumores (330) y, hasta 2020, nunca se había alcanzado una cifra tan alta. En menores de 15 años, se registraron 14 víctimas siete niños y siete niñas.

La buena noticia de un drama inmenso, que se lleva cada año al menos a 800.000 personas en el mundo,entre ellos miles de jóvenes con toda la vida por delante, es que se puede prevenir, que todos pueden ayudar. Uno de los lemas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para combatir el problema es, precisamente, “Hablemos”.

El silencio es tu peor enemigo y tiene un efecto perverso. Normalmente a la gente le da miedo hablar de esto con menores, además las estadísticas no se difunden lo suficiente, lo que ha permitido que se perciba como algo ajeno, lejano, cuando realmente pasa en todas las edades y clases sociales.

No hablar de ello, creo, favorece el estigma y es la primera gran barrera para pedir ayuda. Acabemos, y radicalmente, con eso de que el que va al psicólogo/psiquiatra está loco o no puede valerse por sí mismo. La sociedad, a veces, crea malestares y dificultades que no puede resolver, y eso se enquista y provoca problemas de salud mental. 

Personas con una vida absolutamente normal pueden caer en una depresión ante la pérdida de seres queridos, de trabajo; por la soledad, desamores, falta de seguridad y de recursos… Y no es un problema individual, de lo que hablo, sino de todos. Es imprescindible un plan estatal específico contra el suicidio que coordine estrategias de ayuda, pero también que sea capaz de conseguir que todos actuemos en red, estemos atentos a las señales y cuando a alguien le falten las fuerzas en nuestro entorno, no tengamos miedo de preguntar y, sobre todo, escuchemos. Con el tiempo se va viendo mucho más claro: lo peligroso es tener un pensamiento suicida y no hablarlo.

Sobre las personas que han sobrevivido a un suicidio cae el peso de la vergüenza y de la culpa. En general, repudiamos pensar que alguien puede quitarse la vida y lo oculta. Durante mucho tiempo se decía que era mejor no hablarlo, que hacerlo daba ideas, provocaba que el que lo estaba pensando se decidiera. Nada más lejos. Es lo opuesto. Si no conocemos el problema y su magnitud, no podemos prevenirlo. No hablar del suicidio aumenta los suicidios.

Durante mucho tiempo, los medios de comunicación no han tocado apenas el escabroso tema porque se creía que provocaba un efecto negativo, de contagio. Y puede que en cierta medida sea así, sobre todo cuando las víctimas son personas célebres como la pérdida reciente de la actriz Verónica Forqué. Hablemos de suicidio de como combatirlo, e insistamos que nos puede pasar a cualquiera. Y, a la vez, dejemos aparcados el morbo y los detalles escabrosos.

¡Se puede evitar! ¡Habla, pide ayuda! Normalicémoslo, aunque sea terrible, pero nos ayudará a luchar cara a cara y reducir víctimas.

¡Nosotros podemos!

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