
Después de varias tormentas….que venga ya la calma!
Vamos a empezar el 2023 con los deseos de que este sea el año de la calma, de la reflexión, de luchar por aquello que
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
Infancia y Adolescencia
Esta pandemia, que aún vivimos, nos ha estrechado la soga a todos más de lo que hubiésemos querido. Pero gracias a la vacunación, el esfuerzo y el empeño de una inmensa mayoría vemos cómo nuestras vidas vuelven a su cauce, y si es posible, que lo es, a uno mejor, con más conocimiento y entrega para luchar día a día para que todos disfrutemos de una buena salud mental.
Los trastornos alimenticios se han multiplicado durante la pandemia que vivimos hace ya más de 18 meses. En España tiene 400.000 personas diagnosticadas que sufren Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). La pandemia ha empeorado la situación de estos pacientes que suelen tener un elevado índice de recaída.
El segmento de edad en el que están encontrando o registrando más casos va de los 12 a los 18 años. Los niños y adolescentes han sido unos de los grandes perjudicados del confinamiento. Las urgencias psiquiátricas en esta franja de edad han crecido un 50% desde otoño por la pandemia. Se ha doblado el porcentaje de trastornos alimenticios y se han multiplicado los casos de autolesiones. Las adolescentes de entre 14 y 18 años son el grupo más vulnerable, así lo afirma la Asociación Española de Pediatría.
Durante los confinamientos la falta de movimiento, la reducción de las interacciones sociales, la no asistencia presencial a clase, o la enfermedad o muerte de un ser querido han provocado un significativo empeoramiento en la salud mental de los niños y adolescentes. Según la AEP, estamos ante una «nueva pandemia», la de la salud mental. Los más jóvenes han batallado con el aburrimiento y el miedo y la incertidumbre. Lo que ha supuesto un crecimiento alarmante la prevalencia de la ansiedad, de la depresión, o de los trastornos obsesivos o relacionados con la alimentación.
Las conductas disruptivas con la comida ya eran uno de los grandes síntomas de estas enfermedades y se han hecho mucho más notables tras la aparición de la pandemia. Para algunas de mis pacientes la comida se convirtió más en un agobió que antes. Muchas de estas mujeres y adolescentes han visto cómo de repente, durante lo peor de la pandemia, con el confinamiento, todo el ocio giraba alrededor de la comida. Comentan que era muy difícil desconectar de sus situaciones, tenían miedo a que se les fuesen de la mano, a que perdieran el control.
Otro de los grandes retos para estas pacientes ha sido el ejercicio físico. Vemos asiduamente atracones de comida para compensar el efecto de los ejercicios realizados o con episodios de hiperactividad. Los padres, familiares, amigos y allegados afirman que cuando atraviesan sus peores momentos es cuando más les necesitan, y con la pandemia, el cariño, el acercamiento y los abrazos eran algo imposible. Lo que implicaba que se sumieran, aún más en su aislamiento. Algo nada recomendado para mejorar y recuperarse en sus situaciones. Muchos padres piensan que las consecuencias de esta situación son horribles, pero cuando se cronifican son inasumibles.
Los nuevos casos se multiplican. Uno de los problemas de estos trastornos es la resistencia al tratamiento. Se caracterizan por un comportamiento patológico frente a la ingesta alimentaria y a una obsesión por el control del peso. Son enfermedades con graves consecuencias, negativas tanto para la salud física como para la salud mental de la persona. Pero de todo se sale. Lo estamos haciendo de la mayor pandemia en más de un siglo. Estamos en el final del túnel Covid 19. No os desaniméis. Un poco más de esfuerzo y voluntad y todo mejorará, incluso, más aún.
Vamos a empezar el 2023 con los deseos de que este sea el año de la calma, de la reflexión, de luchar por aquello que
Los datos ponen los pelos de punta. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 1.000 millones de personas en el mundo viven