¿Cómo deberían de reaccionar los padres ante los TCA?

Rúdiger Muñoz Rodríguez

Rúdiger Muñoz Rodríguez

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
Infancia y Adolescencia

Todo depende de cómo sea la familia. No tiene que ver una unida y que se vean algunas horas al día, a otras que apenas tienen contacto durante los días laborables. Y claro está, depende de la formación de los padres y de la intuición de estos. Por otra parte, y no menos importante, hay que tener en cuenta, la disposición de los hijos a contárselo a sus padres y a dejarse ayudar. Las variantes pueden ser múltiples. Pero hay algo esencial. Aconsejaría a los padres a que escuchen muy atentamente cuando alguno de sus hijos les diga que tiene un trastorno de este tipo.

Por otra parte, no hay que olvidarse de la empatía y del cariño. Y si sospechan de algo, pero no saben cómo sacarlo en una conversación, lo mejor es ser directos y no perder el tiempo. La persona que tiene dificultades para comer sufre y además teme que su sufrimiento sea motivo de reproche.

Los TCA son ya en auténtico problema de salud pública, cuya prevalencia ha crecido en los últimos lustros, principalmente entre las mujeres adolescentes y los jóvenes de ambos sexos. También entre los niños. Unode cada cinco jóvenes está en riesgo de padecerlos.

Su origen es complejo. Influyen varios factores: psicológicos, fisiológicos y sociales que fomentan la obsesión por la pérdida de peso y perpetúan un círculo vicioso. Un círculo que, desgraciadamente, se ‘rompe’ con la muerte de un número relevante de chicas y chicos. La anorexia es ya la primera enfermedad psiquiátrica infanto-juvenil que más fallecimientos provoca por encima, incluso, del abuso de drogas. La OMS (Organización Mundial de la Salud) ha clasificado la anorexia y la bulimia como trastornos mentales y del comportamiento.

Recordemos que las familias no son la causa de los trastornos alimentarios. No obstante, determinadas características familiares, junto a factores individuales de la persona que enferma y factores sociales, pueden predisponerla a padecer este tipo de trastorno.

Algunos elementos, nada buenos, en el seno de la familia y que pueden influir en algunas personas para caer en algún tipo de trastorno alimenticio son:

  • Un clima tenso, agresivo, distante, poco afectuoso, sobreprotector y con poca comunicación.
  • Altas expectativas familiares.
  • Madres sobreprotectoras.
  • Preocupación excesiva por el peso y las dietas del padre o la madre.
  • Obesidad de algún miembro de la familia.

 

Para el tratamiento de estas enfermedades es indispensable contar con la colaboración de la familia. El camino que conduce a comprender esta enfermedad es siempre largo y doloroso, y es necesario para poder ayudar a curarla.

Por otro lado, la terapia familiar es hoy una de las indicaciones más eficientes. Se inicia con la evaluación de la familia y el establecimiento de un compromiso terapéutico para pasar posteriormente al trabajo sobre el desarrollo psicosocial de la paciente y los conflictos familiares no resueltos. La terapia familiar es muy útil en cuadros de desarrollo precoz en adolescentes, o de carácter leve, aunque pocas veces como única alternativa terapéutica.

La prevención desde la familia y la compañía a lo largo del tratamiento es fundamental. Los padres deben prestar especial atención a la alimentación de sus hijos; valorarlos sin tener en cuenta su peso y reforzar su autoestima en ese y en otros tantos aspectos; y ayudarles a desarrollar un sentido crítico respecto de la delgadez y la obesidad.

En definitiva, no dejen de hablar con sus hijos sobre el posible trastorno alimentario. Sean empáticos, cariñosos, proactivos y busquen ayuda profesional. Esta actitud ante este tipo de enfermedades es vital y de lo más aconsejable.

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