Adicción a las pantallas

Rúdiger Muñoz Rodríguez

Rúdiger Muñoz Rodríguez

Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
Infancia y Adolescencia

“¡Deja ya el móvil! ¡Te pasas las horas muertas con el!” Y la respuesta a estas palabras podría ser muy similar a la siguiente: “¡Qué exagerado eres! Cualquiera que te oiga se pensaría que soy un adicto”.

Uno de cada cinco jóvenes está en riesgo de uso adictivo de las pantallas según nos alertaba un estudio reciente de Cáritas. El trabajo desvela que los jóvenes ya prefieren hablar por redes antes que en persona, algo que genera niveles de aislamiento, ansiedad, falta de control y dependencia. Cáritas ha analizado el impacto de las pantallas en la vida familiar y alerta del acceso cada vez más temprano a estas. En el informe “El Impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias en situación de vulnerabilidad social: realidad y virtualidad”, la institución desmenuza una encuesta realizada a 930 jóvenes, padres y tutores en torno al uso que hace de las pantallas la población entre 12 y 17 años en situación de vulnerabilidad y exclusión social.

Estos datos revelan que las chicas tienden a ser más activas en redes sociales generando muchas más publicaciones, lo que hace que se expongan más. Por otro lado, la adicción a los videojuegos afecta más a los chicos. Es cuatro veces superior al de las mujeres.

El abuso de las pantallas puede conllevar o no una adicción. Caritas relaciona esta adicción con las emociones que las pantallas despiertan y consideran que se da una conducta adictiva cuando el uso, o la ausencia de este, genera ciertos niveles de aislamiento, ansiedad, falta de control y dependencia.

No obstante, el ejemplo que la juventud percibe en casa es la variable que más influencia tiene sobre la adicción. Cuando se convive con progenitores que hacen un uso razonable de las pantallas la probabilidad de desarrollar una conducta adictiva se reduce a un 70%. En los casos de uso adictivo a los videojuegos, las condiciones de vida y la escasez de oportunidades sí parecen un elemento diferencial entre la población en situación de exclusión y el conjunto de la juventud, argumenta Caritas en su informe.

La situación socioeconómica de las familias no es el factor que más influye en el uso adictivo. Pero sí hay situaciones, añaden, que protegen a la juventud de esta adicción y destacan dos. El ejemplo que la juventud recibe en casa tiene una notable influencia sobre la adicción y, las posibilidades que tienen los jóvenes de acceder a un ocio estructurado.

Los padres tienen claro que las pantallas afectan negativamente a la comunicación en casa y terminan provocando un empeoramiento en la actitud de sus hijos. El 28% creen que las pantallas son las culpables de que las relaciones hayan empeorado en el seno de la familia llevando incluso al engaño en el 20% de los casos.

Otras cifras y datos significativos del informe son: que sólo el 12% de los progenitores se sienten preparados para encarar la educación digital de sus hijos. Mientras el 53%, dicen necesitar apoyo o sentirse desorientados. Muestran gran interés por disponer de más información y apoyo en cómo educar a sus hijos en el uso saludable de las pantallas, ya que el 82% perciben en éstas riesgos bien en el ámbito relaciona,  bien en el educativo.

Los smartphones, las tabletas, los ordenadores y un gran abanico de pantallas forman parte de nuestra vida cotidiana y también de la vida de niños y de adolescentes. El ocio, la comunicación, la educación… todo se encaja en una pantalla.

 
¿Cómo detectamos si se hace un uso abusivo? ¿Qué se puede hacer para tener una relación más saludable con el móvil y no engancharse a las pantallas?

La ansiedad, la irritabilidad, la inquietud, los pensamientos obsesivos o el aislamiento social son algunas de las conductas habituales en niños y adolescentes adictos a las pantallas. La adicción a éstas pasa más desapercibida que otras adicciones como el alcohol o las drogas, pero es igual de peligrosa. La adolescencia es una etapa de cambios en la que si se detecta una adicción se podría arrastrar durante años, por eso es tan importante tratar el tema desde muy jóvenes.

El uso incorrecto y desmesurado de las nuevas tecnologías afecta la salud física de los jóvenes, siendo una causa de sobrepeso y sedentarismo, además de tener efectos negativos en las horas de sueño. Lo que también provoca la falta de concentración, el deterioro en el rendimiento escolar, o respuestas emocionales como irritarse si se prohíbe el uso de los móviles.

Por otro lado, la pandemia ha desbocado el uso de las pantallas.  Casi un 70 por ciento de niños están más de dos horas al día delante de estas. En España se reduce al 42% de los menores de entre 4 y 14 años según la OMS un informe de Save the Children.

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